20111004

Oscuros interes de LTC en Iberá


De cómo una fundación extranjera dicta el futuro de lo que nos pertenece a todos y cada uno de los correntinos.
 La extranjerización de las tierras en La Argentina es de tal magnitud que puede afirmarse que el concepto de soberanía nacional está siendo desplazado y sustituido en territorios (millones de hectáreas) bajo regímenes privados en los que la Ley Argentina tropieza con los criterios de los tenedores
foráneos, es decir, inmensas partes de nuestro país donde de hecho el Estado Nacional ya ha dejado de ejercer su control soberano. Desde La Patagonia hasta el Norte se han venido fabricando estas peligrosas “islas” en las que en hipotéticos escenarios de conflictos bélicos podrían emboscarse avanzadas o cabeceras de playa de potencias extranjeras.

En cada uno de esos enclaves adquiridos por grupos financieros multinacionales se observa idéntica intención de expulsar a los pobladores originarios y cerrar la entrada “a toda persona ajena al establecimiento”. Fuera estado nacional, fuera leyes locales, fuera pobladores y fuera soberanía.

En cada lugar donde sucede esto se hace notable la presencia de cómplices locales: funcionarios, periodistas y hasta representantes de la iglesia católica. Todos ellos pagos.

Corrientes tiene una de esas siniestras islas donde la soberanía territorial se convierte en pura ilusión: en lo profundo de los Esteros del Iberá, portentoso humedal incontaminado, una fundación, CLT (Conservation Land Trust) comandada por un millonario yanqui, el tristemente célebre Douglas Tompkins, ha establecido un feudo donde se fomenta el despoblamiento y se impide de todas las maneras posibles la libre circulación de las personas.

Libre de toda interferencia estatal, la organización del norteamericano, enrolada dentro del credo de la Ecología Profunda, una forma de entender al mundo en la que el ser humano es percibido como un parásito pernicioso, ha podido prácticamente construir un imperio cerrado a la influencia de las leyes argentinas. Nunca sabremos lo que ocurre fronteras adentro del reino ibereño que Tompkins está edificando. Pero lo sospechamos: por lo sucedido en Chile sabemos que una práctica usual en este tipo de enclaves es la de almacenar enormes cantidades de comida enlatada, junto a grandes bultos cerrados conteniendo vaya uno a saber que objetos. Como si se estuviera preparando el terreno para la llegada de grandes contingentes de personas, las cuales dudamos vayan a ser turistas.

CUALQUIER TONTO COMPRENDE QUE EL OBJETIVO DE CLT NO ES ECOLÓGICO.
El Iberá no estuvo ni está en riesgo. Si Tompkins de veras tuviera intenciones de salvaguardar el medio ambiente, habría comenzado por hacerlo en su patria, uno de los lugares más contaminados del planeta.

Publicado por La voz del chacarero

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