20130310

A confesión de parte

Por Raúl Itkin

El discurso del miedo, como la moneda, tiene dos caras, en una esta la estampa de la temeridad esa que durante los años de plomo, los dictadores, cual ley de gravedad hicieron caer sobre el pueblo sembrando pánico y muerte, del mismo modo que aquí se anuncio cobardemente como “la llegada de las armas” si las urnas le son adversas.

La otra cara metálica, es la desesperanza que inunda los despachos oficiales, propia de las huestes en retirada incapaces de encontrar respuesta a los desafíos de una sociedad abrumada por los vicios, casualmente promovidos por la inoperancia de quienes fueron imbuidos por el pueblo para gestionar en su favor pero que sin embargo han caído en la ruindad de ser cómplices de los traficantes de miserias, renunciando a la responsabilidad de usar la fuerza publica en el marco de la ley para combatirlas, revelando que el resultado del fracaso dará lugar “al arribo de la droga”, asociando la misma a “la prostitución”.

Cuan miopes e inútiles, aprendices de tramposos, dejan huellas por doquier. Si hay quienes tienen que explicar la presencia abrumadora de las drogas y las armas en Corrientes, son precisamente los responsables de los manejos del Estado depositarios de la soberanía popular, al fin de cuentas deliverys de las mafias en las sombras.

Más que temer “la llegada” debe sacudirse la mugre de la ineficacia encubridora, y preguntarse porque las fuerzas del orden a su exclusivo mando, no dan alertas con un poder judicial vergonzante solo ocupado en apretar a opositores, y cuyos fiscales deben tener paspadas espaldas abajo. A confesión de parte, relevo de pruebas.

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